El artículo de Puigverd en la vanguardia:

De los cohetes al pastel de la antipatía, de Antoni Puigverd en La Vanguardia
Durante décadas, las dos almas de la sociedad catalana han vivido de espaldas. Sin choque. Con indiferencia. Estamos a un paso de una beligerancia, que hasta ahora ha tenido solamente manifestaciones pintorescas. Los cohetes de la antipatía futbolera, por ejemplo. Primero se celebraban los goles del Barça. Después los del Madrid, por efecto rebote. Hasta que aparecieron los de agresión. "Chinchaos: estáis perdiendo". La guerra de cohetes va a acceder al Parlament. No podía ser de otra manera. El PSC, el único partido que, continuando el camino iniciado por el PSUC, estaba, en teoría, preocupado por la cuestión de la unidad civil catalana, nunca hizo sus deberes. Nunca desarrolló una teoría convincente. Nunca fue capaz de desarrollar una práctica política coherente con la complejidad que se proponía resolver. Ha llegado la hora de la verdad. Ciutadans es mucho más que un síntoma. Es la materialización de un artículo que escribió Ernest Lluch en La Vanguardia hace muchísimos años, en el que más o menos decía: cuando la emigración española en Catalunya, que está ya creando sus sectores burgueses, tenga su propia clase universitaria, interpelará al catalanismo desde la raíz. Ciutadans no es el aislado andalucismo de los ochenta. Ciutadans forma parte de una red formidable. Es la primera expresión catalana de una estrategia que tiene otras derivadas (la gran pelea mediática española, por ejemplo). Si el PSC, aliándose con ERC, abandona una vez más sus obligaciones ideológicas y deja libre el terreno a Ciutadans, la suerte de un previsible choque interno catalán está echada. Ciutadans, que ha irrumpido con tanta facilidad, aumentará como la espuma, si le dejan el campo libre. Catalunya caminaría pronto por la antipática vía belga: zonas para unos, zonas para otros. Ahora se ha visto: el montillismo no articula ni sabe qué ofrecerles a los que supuestamente encarnaba. Nunca es tarde para tomar conciencia de las propias obligaciones. Pero sería insensato aliarse con una ERCque inevitablemente va a jugar con Ciutadans el juego del gato y el ratón. A cada número de Ciutadans responderá ERC, lo quieran o no ahora sus dirigentes, con un número antagónico. Y viceversa. Miel sobre hojuelas para ambos: acabarán primero fomentado y, después, repartiéndose el pastel de la antipatía.

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