Sobre ética, derecho y política

La ética valora los actos humanos como buenos o malos y permitidos o prohibidos, según el único principio moral de validez universal no metafísico: que el interés general ha de prevalecer sobre el interés particular. La ética abarca, por tanto, la totalidad de la conducta humana: toda es mensurable éticamente. El derecho, por el contrario, tiene un ámbito mucho más restringido: el derecho es el mínimo de ética imprescindible para que todos podamos vivir en sociedad; un mínimo que puede imponerse coactivamente. El juicio ético, por consiguiente, se mantiene en el terreno de las ideas, sin que pueda ejecutarse obligatoriamente en caso de no ser aceptado voluntariamente, a diferencia del pronunciamiento jurídico, que sí puede ser ejecutado coactivamente, de lo que resulta que no hay derecho sin una violencia legítima que lo imponga.
Así las cosas, es evidente que un pronunciamiento judicial absolutorio exime al encausado de responsabilidad jurídica –penal, civil o administrativa–, pero no le libera de responsabilidad moral. De ahí que una resolución judicial pueda exonerar a un político de una condena o, incluso, de someterse a juicio, pero en modo alguno puede disolver las sospechas de que haya incurrido en una conducta que, si bien no es contraria a derecho, si infringe los mandatos de la ética. Puede seguirse pensando, por ejemplo, que ha mentido y que ha sobrepasado los limites que la moral pública permite, por lo que procederá exigirle –ya que no responsabilidades jurídicas– sí responsabilidades políticas.
Ahora bien, la exigencia de responsabilidad política es imposible, sino contraproducente, cuando la paja en el ojo ajeno es denunciada por quien no la ve en el ojo propio. En este caso, la escrupulosa e impostada exigencia de responsabilidades, acompañada de filtraciones y parafernalia mediática, es otro brutal atentado a la ética perpetrado por aquellos que suelen mostrarse a la opinión pública como sus más ardientes defensores. Siempre se presume de lo que más se carece, suele decirse en castellano; «sempre seràs emmascarat per una paella bruta», se afirma en catalán. Pues eso.

JUAN-JOSÉ López Burniol
9-8-08 El Periódico

Sobre Camps y los trajes.

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