La fuerza oculta de Europa

La fuerza oculta de Europa
JUAN-JOSÉ López Burniol

Con motivo de las recientes reuniones internacionales han aflorado los sesudos comentarios de siempre: Europa no pintará nada hasta que hable con una voz, tenga una única política internacional, un solo Ejército, etcétera. Pero no es éste el mensaje de El espíritu de la Ilustración, de Tzvetan Todorov, cuyo último capítulo --La Ilustración y Europa-- sorprende.
Parte de una pregunta: ¿por qué la Ilustración, pese a haber apuntado en otras culturas --lo que es lógico, dado que sus raíces son universales--, solo triunfó en la Europa del XVIII? Porque Europa --responde-- es a la vez única y múltiple. Y en esta multiplicidad, que habría podido creerse un inconveniente, es donde los ilustrados vieron la ventaja de Europa. Así, el filósofo David Hume sostuvo que "en China parece existir una base considerable de cortesía y ciencia de la que hubiera cabido esperar que tras tantos siglos hubiera salido algo más perfecto y acabado de lo que ha salido. Pero China es un vasto imperio que habla una única lengua, se rige por una única ley y está unido por una única forma de vida". Este imperio unificado, regido por una casta de mandarines que impedía todo cambio para preservar su poder, provocó el estancamiento de China. En cambio, en Europa, la división hizo la fuerza, ya que la pluralidad de lenguas, religiones y países creó un espacio de libertad al favorecer el espíritu crítico, y el progreso es siempre fruto de la crítica. No en vano Voltaire escribió que, "si no hubiese en Inglaterra más que una religión, sería de temer el despotismo; si hubiese dos, se cortarían mutuamente el cuello, pero como hay treinta, viven en paz". Y Montesquieu no condenaba las religiones, pero deseaba que fuesen muchas.
Desde esta perspectiva, cobran sentido las palabras de Hume: "Europa es una réplica a gran escala del ejemplo en miniatura que fue la Grecia clásica, con su constelación de pequeños estados (...) Por eso las ciencias nacieron en Grecia y Europa ha sido tierra de acogida". En suma, conviene que los poderes sean plurales para que no se concentren siempre en las mismas manos. Aquí, en Madrid y en Pekín.

12-04-09
El Periódico de Catalunya

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